sábado, 10 de abril de 2010

La leyenda jamás contada ..

Cuenta la leyenda que en el año 1285 d.c. , a las puertas del Castillo Colonés, se presentó un joven de hermosa armadura, con un escudo de fondo colorado y 13 estrellas doradas, que en gloriosas luchas había ganado. No era fácil derrotarlo y se quedaba con la estrella de quien osaba retarlo. Dicho joven, de gruesa y fuerte envergadura, solicitó a viva voz al Castillo entrar, presentándose como el heredero de fino linaje, hijo de Lope García de Salazar.

Viniendo ganando cuanta lucha y guerra se asomaba en su camino, su estirpe nace en la comarca de Las Condes, a muchos kilómetros de este destino. En las faldas de la Cordillera Castellana creció y maduró en los villorrios pegados al Reyno de Santiago del Nuevo Extremo y decidió emprender el viaje, mas donde nunca estuvo, en dirección al escondite del sol para ganar una estrella más en su colorado escudo.

Su caballo, Quetimporta, forrado en armadura color grafito, sólo dejaban ver su cola larga arábiga y sus ojos rígidos desafiando al infinito, lo que en unión sólo eran uno para unir, en cualquier combate, fuerza, velocidad y triunfo.

Miró en las puertas del Castillo ningún peligro cercano que pudiese encontrar de distraído, mientras desmontaba su elegante caballo, dejó su lanza junto al muro, cubriendo la placa de metal donde se leía “Castillo Colonés como ninguno”, y bajó sin antes girar su cintura con la pierna izquierda en alto sin soltar las riendas de Quetimporta, para evitar clavarlo con su espada más corta.

Tras la gruesa puerta del Castillo, en rejilla de cuadros, lo asoma una señora, fea por lo demás, quien lo obliga a identificarse, pues su postura era cerrarse a cualquier excusa de entrar si ella no lo quisiera, no podría pasar...

Portera.- ¿Quién pretende entrar en el Castillo, sin la clase ni autorización que ni dios ni el Rey han remitido? - dijo la señora tras la reja - con aliento de tigre y unas cuantas cervezas ¿No sabe que el Castillo sólo abre siquiera cuando la orden viene del Rey y no de cualquier bufón que lo quiera?

Sorprendido el joven medieval por tan altanera recepción, habiendo tras la puerta la que sea, le increpó con dureza que aunque sólo veía sus ojos, se la imaginaba muy fea.

Yuri.- Soy Yuri el Grande, de fino linaje es mi apellido, que mucha sangre he esparcido para ganarme mis estrellas, vengo y quiero entrar en el Castillo donde me dicen que está mi bella Doncella.

Portera.- Para Doncella la de la puerta, si la quiere con experiencia, cocino lavo y plancho y para lo que menos se piensa. Mi trabajo es de portera pero necesito una pista, y la Doncella que sea para saber por su nombre si es bonita o fea. En este Castillo medieval se esconden doncellas hermosas con faldas y delantal, sin aprobar por la palabra del Rey ningún hombre han de mirar.

Yuri.- Su nombre comienza con ‘K’ y por el Castillo corrotea, me han dicho que es hermosa pero se junta con puras feas. Si no abrís la puerta la atravieso con mi lanza de acero, me ensillo en Quetimporta y el Castillo desmantelo.

Portera.- No podrás entrar, joven lancero, la puerta está sellada y el picaporte llega hasta el suelo, si embestís por la fuerza primero me quito y luego me callo pero recuerda que haremos una buena sopa con tu caballo.

Yuri.- ¿Y quién es ese Rey del que tanto respeto usted cuenta? muy macho no debe ser si tiene una mujer en la puerta. Decidle que debo entrar y que mi ira no ha de provocar, si no entro por el frente, debe haber una de atrás. Sólo quiero a mi Doncella conquistar, su perita en dulce en mis sueños soy y nada más verla, sin conocerla, cogeré su mano y la llevaré a mi hacienda. 100 hijos e hijas tendremos, legítimos y hermosos como ella corrotearan por la finca, los jardines y la verja.

La leyenda de Yuri el Grande, señor de Las Condes del Santiago del Nuevo Extremo, cuenta que 4 días al sol permaneció fuera del Castillo, en aquella puerta perdiendo el sueño. La tarde de aquel septiembre de 1285 d.c, cuando entraban al Castillo los juglares de Nora y Pancho, el joven medieval con los bufones se mezcló y amarró su caballo a una carreta que, alejada, última entró. La portera, preocupada de abrir bien las puertas, de su ausencia ni se percató y en voz baja exclamó, ¡El payaso se cansó o se aburrió!.
Antes de bajar de la carreta, en el patio principal del Castillo, junto a los fondos en la hoguera, al joven, muy oculto, una hermosa Doncella lo encandiló, sus pantorrillas gruesas como Nelly Furtado desde el otro lado del patio le llamaron la atención. Aquella Doncella, tomaba el sol con una blusa blanca y una falda tricolor, con unos pechos enormes alejaba de ella los mosquitos que intentaban llegar a su corazón. El joven medieval, en sus pensamientos y con voz baja exclamó ¡Ella es! la que en mis sueños me miraba, de la mano me tomaba y la lengua bien adentro me metía cuando me besaba.

Saltó de la carreta, el joven aun armado, de tanto peso que traía, se sacó la cresta y en el suelo quedó estampado. Tanto ruido causó, aquel salto osado, que la Doncella giró su cara para ver quién era el amermelado.

Cayó de su yelmo de la armadura la tapa que cubre los ojos, y sólo la pudo mirar, con enojo, entre las oxidadas ranuras. A ella le llamó la atención, qué payaso se viste de armadura con este calor, si viene de un juglar debe oler como ratón. El se acercó con dificultad hasta buscar su mirada y confirmar así que de su amada se trataba, ella volvió a pensar ¡Y este qué me mira! seguro no pensará ligar, serán mis pechos grandes los que lo hacen gotear. A dos metros de ella la tapa de sus ojos pudo sacar y por fin un poco de aire sus pulmones pudieron tragar. Entonces, quitóse los guantes de lata y como pudo su rodilla quiso flectar para, en un primer intento, con ella poder conversar.

Yuri.- Soy el polen de tu flor que a mil kilómetros huelo y tu alma quiero fecundar, te he buscado hasta aquí y por fin te he podido hallar.

Doncella.- ¡Qué dices payaso! si no te he visto ni en pinturas, mire que de armadura quererme conquistar, seguro que te asustas si otro botón me atrevo a desabrochar.

Yuri.- En mis sueños has estado, como un ángel celestial, me acariciabas con tus manos y escalofríos me has de dar.

Doncella.- Ya te estás pasando rollos degenerado, además, yo ya tengo un novio y ni tonta me quiero casar.

Yuri.- Dime ¿quién ha besado tus labios rojos como mi escudo? que sumaré otra estrella cuando le dé por el..por el..por el, vamos que me lo cargo.

Doncella.- Ja ja, tú quieres cargarte al Carrillo, si ese de mi mano come pero es terco como un novillo.

Yuri.- Tu corazón vine a buscar desde Santiago del Nuevo Extremo hasta el mar, y como la luz de un lucero tu aroma me ayudó a llegar.

Doncella.- Me habían dicho cosas bonitas, pero creo que te estás pasando, cálmate un poquito porque me estás excitando.

Yuri.- No busco tu atención, en mis sueños tu nombre está, si no me creéis que digo la verdad ¿Acaso tu nombre no empieza con ‘K’?


Doncella.- Ahora que bien recuerdo, una vez borracha en una fiesta del Castillo, soñé que un Caballero armado, en sus brazos me rescataba, los detalles ni te los cuento, como dice Sir Arjona si hasta la sombra me besaba. Pero dime joven armado, ¿Cómo sabes la letra de mi nombre si ni de niño te conozco ni en el Castillo, ni en los cerros, no te he visto ni en mis sueños ni en una simple pelea de perros?

Yuri.- Que te sueño hermosa mía, si nuestro destino es divino y te he recorrido millas hasta ver tus pantorrillas.

Doncella.- Dame otra pista joven de la armadura, no creas que soy tan fácil, aunque me ganes con ternura.

Yuri.- Tu padre es Conde de Larrañaga, y tu madre hija de la Esperanza, gestaron una bella Eva hermana de mi Doncella.

Doncella.- Ya me estás asustando, cara de lata, con lo que me estáis diciendo ya me dolió hasta la guata.

Yuri.- 100 hijos vamos a tener entre niños y niñas, tan hermosos como su madre, que nuestros apellidos perdurarán hasta que el mundo se acabe.

Doncella.- ¡Tai ma weón que 100 hijos vamos a tener!, ¿Los vas a parir tú o con probeta los vas a hacer?

Yuri.- Es poesía amada mía, aunque con esa delantera la leche no escasearía.

Doncella.- Ya, pero esto es genético, no es para tanto trabajo, por ser Doncella debo cuidar mi figura, antes muerta que sencilla. ¿Y qué más has soñado el Caballerito arrebatado, tienes algo más que ofrecer o vamos a vivir de enamorados?

Yuri.- La idea es llevarte conmigo, pedir la mano a tu padre y antes que cante el gallo en la iglesia desposarte. Para luego de la fiesta, en la ciudad o en el campo, ponerte horizontal y los ojos bien blancos. Si he llegado hasta aquí, ha sido por mis sueños, por mi fiel caballo y como 300 perros. ¡Cásate conmigo hermosa Doncella! si no quedas tonta te haré ver estrellas, desde este mismo puerto nuestro amor, cual barca zarpará, te llevaré por el mundo y nada de nada te faltará.

Doncella.- ¿Cómo quieres que te responda ahora mismo, con ese casco tan frio si ni tu cara aun he visto?

Yuri.- Es que me quiero casar de uniforme, con él me siento seguro, nuestro amor protege de los rivales más duros.

Doncella.- La verdad que harto me aburro aquí, entre tanto guardia colizón tal vez una canita al aire le haga bien a mi corazón. Pero ¿Cómo me llevarás de aquí, tienes carreta 4x4 o debo comprarme unos zapatos?

Yuri.- Tengo todo lo que tengo mas mi amor y ‘Quetimporta’ mi valiente caballo y una espada un poco corta.

Doncella.- ¿No pensarás llevarme en tu caballo y miles de kilómetros cabalgar? entre sexo y aventura no me podré ni sentar.

Yuri.- Te dejaré a ti mi silla, delicada Doncella, y yo cogeré las riendas, metido en mi armadura por cabalgar a pelo no me hará ni cosquilla.

Doncella.- ¡Ahhh! ¡Eres tan romántico! que no había visto hombre, ¿A todo esto? ¿Me has dicho tu nombre?

Yuri.- Soy Yuri el Grande, hijo de Lope García de Salazar si no nos apuramos tendremos que arrancar.

Doncella.- ¿Supongo que harás honor a tu nombre? joven medieval ¿Si tu espada es muy corta no me he de ilusionar?

Yuri.- Si la espada es corta, es porque va en la cintura ¿O no te has dado cuenta que 3 piernas tiene mi armadura?

Doncella.- Ya tienes lo que querías, mi mano y mi corazón, está bien ser el jovencito pero no seas tan cachetón.

Doncella.- ¡Pero el Rey! ¡Amado enamorado!, el Rey es nuestro problema, no las puertas ni el pestillo, sin su permiso no podremos salir de este Castillo.

Yuri.- Ni Rey ni Reyes, ni guardias cuidando, si es con mi Doncella, así como entré saldré peleando.

Doncella.- Por la puerta grande está el guardia principal, le llaman Fuenzalida y si nos ve, la cabeza te ha de cortar. Por el portón de los baños está un tal Saray si no te ríes con él nica te escapai. Pero por la puerta de Dirección hay un guardia llamado Cataldo, es un poquito raro pero si le cierras un ojo creerá que está pinchando. Yo voy por mis cosas y tú al caballo ve silbando, dile que por calle Retamo salimos arrancando.

Pero el destino en el Castillo es juguetón, cuenta esta leyenda anónima, no salieron por la puerta menos por el portón. La Doncella fue por sus cosas, sus vestidos y sus bragas, pero en la habitación de la Torre por fuera fue encerrada. El joven medieval, atrás de una carreta a su caballo fue a silbar, pero con la mansa sorpresa que vio se llegó a asustar. Su caballo con una manta blanca y una cruz roja en el pecho estaba, como la bandera del Catillo que hasta la cola le flameaba. Más fue su sorpresa, que el mirar por la carreta, cuando 4 guardias y un enano por detrás lo apresaban, se escucharon forcejeos, gritos y patadas, pero cada vez más guardias sobre él se abalanzaban.

Este Castillo es famoso en la región, tenía Doncellas hermosas, pero su Rey era un cabrón. Cualquier joven que intentaba entrar en él en busca del amor, a los días, su cabeza rodaba como un balón. Pero el joven Salazar, por más que intentaba, de sus captores no se podía zafar, y bajo la capilla del Castillo lo tuvieron que encerrar. Cuentan las malas lenguas, que con los siglos y el paso del tiempo, aquel Castillo se transformó en un colegio, donde por los pasillos mas solitarios una pareja invisible ayudan a los enamorados.

¿Y cuál fue la suerte que corrieron estos dos enamorados? según algunos libros antiguos, ellos siguen encerrados. Pero un libro que guarda el cura en la capilla, junto a ostias y copas, está escrito lo que les ha sucedido. La portera vio el caballo en la carreta amarrado y de un solo grito al Germán de los Vergara llamó para contarlo. Prepararon la emboscada para que, sin darse cuenta, quedaran atrapados. Pero Yuri el Grande no lo era por su nombre sino por su inteligencia deslumbrante. Dos Doncellas, que muy jóvenes eran, le dejaron la llave en la comida metida en su celda, Rosa y Lola las llamaban, una rubia y otra morena, distrajeron al guardia con sus buenas delanteras para que arrancara por la escalera. El, sin parar, hasta lo más alto de la Torre subió y al guardia de su Doncella con sus manos estranguló. Por los techos del Castillo, él protegía a su Doncella con la espada más corta, mientras ella, de un solo silbido, avisó a Quetimporta. Saltó Yuri el Grande sobre la silla de su caballo y le gritó a su Doncella para recibirla entre sus brazos, pero ella no se decidía, era muy alta la altura y las bragas se le verían. Dos guardias del Rey se tiran sobre ella, y cuando al joven lo invade la angustia, ella de su blusa se despoja y se lanza para que la coja. Con un apretado beso sellaron su amor y cabalgaron, rápidamente, en dirección a Pedro Montt y los pastores, de la hoy calle Retamo, fueron testigos de tanto amor prohibido que el Rey tenía en su Castillo.

Muchos siglos han pasado, cuenta la leyenda que en los ochenta un Tirano a aquel Rey había imitado, y a un joven muy parecido tenía identificado y aunque su nombre se parezca, en encanto e inteligencia, ya con lo de las 3 piernas, no es una mera coincidencia.

F i N

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