sábado, 10 de abril de 2010

¡Otra vez Juanito!

Tercer piso, ¡qué frio que hace en Valparaíso!, miro de reojos hacia los cerros si casi ni se ven de lo cerrada que está la neblina, bajo de 2, 3 y hasta 4 escalones corriendo, sin perder un segundo, debo ser el más rápido y cuando vuelva los subiré otra vez corriendo de a 4, con mi cabeza pendiente de los escalones, de pronto, al pisar la planta baja, en la misma puerta del salón de actos una mano gruesa me coge del cuello estrangulando mi camisa y mi corbata, levantándome 3 centímetros del suelo ...glup! Era Juanito con olor a pipeño, me mira con sus cejas en V y acerca su fuerte voz a mi cara y me dice:
"Al florecer vuestra conciencia y despertar a las ambiciones más puras con ganas de comerse un mundo lleno de oportunidades, encuentran la vida tan larga como imaginando que tendrán kilómetros de oportunidades para rehacer y revivir lo que no aprovechan. Es la más clara muestra de que vuestra conciencia carece de madurez y en la que no entran ni consejos ni palabras que los hagan abrir los ojos y los sentidos a vuestra corta edad. Cuando la edad es tan corta como una pestañada, cuando las mañanas se les van volando sin regresar y los días se escapan de vuestras manos; Recién vuestros sentimientos son capaces de despertar a la razón y utilizar lo que apenas han aprendido.
Adolescencia e inmadurez ante la vida son dos estados que brotan en vuestro cuerpo, cuando viven a concho vuestros mejores momentos en el colegio, se despiertan vuestros deseos más infinitos de ilusiones y porvenires y caen como piedras vuestros castillos ilusos que vuestra joven imaginación virtualiza. Creen que la verdad es vuestra y el que no comulga con sus ideas los apartan como anticuados, comen de sus ganas de verdad y convicción y muchas veces se empotran contra un muro de realidades que los desorientan aun más.
Esta es la esencia de vuestra edad, que a los quince o diecisiete años emanan de vuestra piel los cambios hormonales y psicológicos más importantes y de los que, sin pena ni gloria, dejan pasar inadvertidos para retomarlos ahora, cuando estamos al doble de aquella edad, cuando vemos reflejados en nuestros hijos los mismos errores que no queremos que comentan y cuando intentamos evitar, como el más fiero dictador, que renuncien a sus ideas más descabelladas que no son capaces de dilucidar, de la misma forma que nuestros padres intentaron quitar las nuestras.
Será el mañana entonces, cuando veamos que vuestras caras no han cambiado pero veremos que el que recogió sus frutos de aquella época fue por su constancia y propia convicción en sus ideas y veremos a otros que quizás, aun más tarde, lograrán su estabilidad emocional, espiritual o profesional pero con las mismas ganas de aquella vida, en la que se comieron el mundo sin pensar que aquellas oportunidades y aquellos días tan largos se pasarían tan rápido de los que sólo les quedará tiempo para recordarlos y echarlos de menos.
¿Quedarán vuestras siluetas marcadas en aquellas salas de clases llenas de risas irónicas, llenas de nervios ante una convivencia tan insegura como agradable? ¿Quedarán en algún rincón de la sala vuestras voces y secretos que murmuraron? ¿Por qué no? ¿Si la voz es un sonido que emite ondas que chocan con cada pared en la que el eco no tiene cabida y se disipa con vuestros cuerpos? ¿Estarán aun vuestras ilusiones en la rejilla de los libros? ¿Tendrán aquellos libros de clases vuestros ADN en rojo o en azul con el extracto de vuestros cerebros estrujados? ¿Estarán aun aquellas huellas de cada paseo del profesor sobre la tarima? ¿Cuántas capas de tizas, más abajo, estarán en la pizarra vuestras lecciones de cada día con ahorcados incluidos? ¿En qué esquina del techo habrán quedado los Padres Nuestros de cada lunes? Por eso, ¿vienes a decirme ahora ¡No barras Juanito nuestras salas, no te lleves lo que sin querer dejamos ahí como restos de nuestro pasajero andar, no te lleves los recuerdos que en los '80s germinamos con tanta ilusión, sólo cierra la puerta, cierra la ventana y deja que vivamos ahí, que se queden nuestras almas que vivirán con el mismo encanto con el que las dejamos y sabrán convivir alegres como lo hemos sido siempre!?”...ah?..¡Contesta!

Sin aire le contesto: ¡Sí, pero sólo venía a pedirte tiza!

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